¿Ver televisión aumenta el riesgo de demencia? Esto opina la ciencia

Hombre mayor observando una representación visual del cerebro, relacionada con el riesgo de demencia.

Vivimos en la era del streaming. Hay series para todos los gustos, las plataformas lanzan novedades cada semana, y maratonear se ha vuelto un plan común para relajarnos. Pero… ¿y si pasar tantas horas frente al televisor estuviera relacionado con un mayor riesgo de demencia? La ciencia ya empieza a mostrar señales de alerta.

 

De acuerdo con un estudio reciente del UK Biobank publicado en PNAS, ver televisión durante varias horas al día se asocia con un aumento del 24 % en el riesgo de desarrollar demencia, incluso si se ejercita regularmente.

 

La parte interesante es que no se trata solo del sedentarismo. En el mismo estudio, se observó que el uso del ordenador (computadora), incluso siendo también una actividad sedentaria, no se asociaba al mismo riesgo. De hecho, en algunos casos, incluso parecía tener un efecto protector.

 

¿Qué encontraron los investigadores?

 

Este estudio analizó a más de 146 mil personas en Reino Unido a lo largo de casi 12 años. Los participantes informaron sus hábitos diarios, como ver televisión o usar el ordenador durante el tiempo libre.

 

Los resultados fueron claros: más horas frente al televisor (más de 2h/día) se vincularon con un mayor riesgo de demencia, incluso en personas que eran físicamente activas. Por otro lado, quienes usaban la computadora de forma regular (más de 1h/día) mostraban un menor riesgo, independientemente del ejercicio que hicieran.

 

Esto sugiere que no todas las actividades sedentarias son iguales. Según los autores, la clave podría estar en el tipo de estimulación mental que ofrece cada actividad.

 

 

¿Por qué la televisión podría ser un factor de riesgo?

 

Ver televisión suele ser una actividad pasiva. El cerebro recibe información, pero rara vez la procesa activamente o la cuestiona. De acuerdo con Medical News today esto puede contribuir a un “modo pasivo mental”, que a largo plazo podría afectar la función cognitiva.

 

En cambio, usar la computadora —leer, investigar, escribir, jugar juegos de estrategia— suele requerir atención activa, toma de decisiones y memoria.

 

Como lo muestra un estudio publicado en JAMA Neurology, mantener el cerebro estimulado con actividades cognitivas como leer o usar el ordenador puede retrasar la aparición de síntomas de deterioro cognitivo.

 

 

¿Eso significa que hay que dejar de ver televisión?

 

No. Como todo en salud mental y cerebral, el problema no es la actividad en sí, sino la cantidad y el contexto.

 

No se trata de eliminar la televisión por completo. El mensaje clave es la moderación y equilibrio. Según Harvard Health Publishing, combinar tiempo frente a pantallas con actividades mentalmente activas puede proteger la salud cerebral.

 

Ver una serie que disfrutas, reír con un episodio de comedia o ver un documental puede ser parte de una vida saludable. El punto es no convertirlo en la actividad principal y exclusiva de tu tiempo libre.

 

Además, la Alzheimer’s Society del Reino Unido advierte que ver más de 3–4 h de TV diaria, sin interacción social ni actividad física, puede ser perjudicial.

 

 

¿Qué hacer en su lugar?

 

Si estás buscando alternativas que apoyen tu salud mental y cerebral, aquí tienes cinco ideas sustentadas por la ciencia:

 

 

1. Sal a caminar con un podcast o audiolibro

 

Caminar regularmente ayuda a oxigenar el cerebro, mejora la circulación y reduce el estrés. Si lo acompañas de un contenido educativo o inspirador, es aún mejor.

 

De acuerdo con Harvard Health Publishing, caminar al menos 30 minutos al día puede reducir el riesgo de deterioro cognitivo y ayuda a preservar la memoria. Agregar un audiolibro o podcast convierte esta caminata en una forma de ejercicio físico y mental combinado.

 

2. Lee más libros

 

Según un estudio longitudinal en Taiwán, publicado en PubMed Central, leer al menos una vez por semana redujo el riesgo de deterioro cognitivo en adultos mayores después de 14 años.

 

Además, una investigación internacional, publicada en Medical News Today muestra que actos como leer o resolver rompecabezas construyen una reserva cognitiva protectora, incluso en personas con menor nivel educativo.

 

Así que no importa si lees ficción o no ficción. Lo importante es mantener el cerebro activo y comprometido con la historia o el aprendizaje.

 

 

3. Medita (aunque sea unos minutos)

 

La meditación no es solo para relajarse. Un estudio clave de Harvard liderado por Sara Lazar, publicado en NeuroReport encontró que meditadores experimentados presentaban mayor grosor cortical en regiones como la corteza prefrontal medial y la ínsula anterior derecha, zonas vinculadas al control de la atención y el procesamiento emocional, en comparación con personas no meditadoras.

 

Además, un análisis más reciente de The Harvard Gazette, destaca que incluso programas breves de meditación mindfulness (como los de 8 semanas) pueden generar aumentos medibles en la densidad de materia gris en regiones asociadas con la memoria, la empatía y la autoconciencia.

4. Cuida tu alimentación

 

Lo que comes también afecta a tu cerebro. De acuerdo con la revista Frontiers in Aging Neuroscience, una dieta rica en antioxidantes, ácidos grasos omega-3 y nutrientes como la colina puede mejorar la salud cerebral y reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.

 

Algunos alimentos recomendados: pescados grasos, frutos rojos, cúrcuma, nueces, verduras de hoja verde y aceite de oliva extra virgen.

 

 

5. Prioriza el sueño

 

Dormir mal de forma crónica, especialmente perder sueño profundo (slow‑wave sleep, SWS), está relacionado con un mayor riesgo de desarrollar demencia y Alzheimer. Según un análisis de The Washington Post, cada caída anual del 1 % en sueño profundo entre adultos mayores de 60 años se asocia con un aumento del 27 % en el riesgo de demencia en un seguimiento de 17 años.

 

Esto sugiere que el sueño profundo podría ser un factor modificable en la prevención de deterioro cognitivo

 

Si ves televisión hasta tarde o usas pantallas para “relajarte”, podrías estar afectando tu calidad de sueño sin darte cuenta.

Lo importante al final del día

 

La televisión no es el enemigo. Pero sí vale la pena preguntarnos cómo usamos nuestro tiempo libre.


Si gran parte de él lo pasamos en actividades pasivas, el impacto a largo plazo podría ser mayor de lo que imaginamos.

 

Incorporar actividades como leer, meditar, moverse, comer mejor y dormir bien no solo mejora la calidad del presente, también protege la mente para el futuro.

 

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